CAMARGO.- Médicos veterinarios consultados por este medio de comunicación aseguraron que como resultado del uso indiscriminado de pirotecnia durante Navidad aumentó el número de perros lesionados, atropellados y extraviados.
El veterinario Ramón Meléndez, así como Miguel Núñez, señalaron que durante el periodo ya mencionado se registró un aumento de emergencias relacionadas directamente con el ruido y las luces generado por los fuegos artificiales.
De acuerdo con Meléndez, tan solo en su clínica cuatro médicos atendieron aproximadamente ocho casos cada uno, lo que arroja una cifra estimada de alrededor de 32 perros atendidos por lesiones, mordeduras, golpes y atropellamientos derivados del pánico que provoca la pirotecnia.
“El perro tiene una sensibilidad auditiva mucho mayor que la del ser humano. Nosotros escuchamos hasta 20 mil hertz; ellos alcanzan cerca de 65 mil. Para el perro, el estruendo no es un ruido, es un ataque”, dijo el veterinario a Impacto Noticias.
La pirotecnia desencadena un proceso fisiológico de lucha o huida, lo que provoca que los animales intenten escapar, se golpeen contra puertas o rejas, se extravíen o incluso sean atropellados al huir desorientados.
“Muchos medicamentos para personas son hepatotóxicos para los perros y pueden provocar daños graves en el hígado. Cada mascota es distinta, el tratamiento debe ser individualizado y dosificado por un veterinario”, señalaron sobre la posibilidad de utilizar medicamentos para humanos para tratar malestares en animales, lo cual no recomendaron en lo absoluto.
Entre las medidas recomendadas para reducir el impacto del ruido se encuentran mantener a las mascotas en un lugar seguro y acolchonado, acompañarlas durante las horas más críticas generalmente de las 8 de la noche a las 2 de la madrugada, utilizar vendajes de contención en el pecho, orejeras para bloquear el sonido y, en casos necesarios, calmantes prescritos exclusivamente por un especialista.
Finalmente, se reiteró el llamado a reducir el uso de fuegos artificiales, ya que sus efectos no solo afectan a personas vulnerables, sino que también representan un riesgo real y recurrente para los animales.









